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¡Dar vida al fuego!
La creación de mis velas nace de una forma honesta y auténtica de revelar la parte de lo que siempre fuí y no me atrevía a ser.
Casafuego crece con la idea de hacer un refugio y hogar al fuego, enaltecer el centro del centro de la llama de una vela como el interior de uno.
Casafuego nace de una incomodidad, de una momento obscuro en donde la incertidumbre se sentía a flor de piel. En 2019 tuve un breakdown con todo lo que tenía que ver con mi creatividad, estudié artes plásticas y por seis años después de haber terminado la Licenciatura de Artes me dediqué a “La producción de obra” realicé collages, pintura e instalaciones, participe en algunas bienales, exposiciones y ferias de arte. Después de haberme introducido tan a fondo en el mundo del arte me di cuenta que para seguir en él había que seguir haciendo cosas que no estaban alineadas con lo que en ese momento sentía que tenía que ser.

Para ser franca me cansé de justificar lo que hacía y aunque disfruté mucho mis años de investigación y producción, escalar ese reconocimiento externo de “artista” es agotador y poco rentable si pensamos en todo lo que se necesita hacer y que en definitiva creo que ya no era el camino que quería seguir. No quiero demonizar la carrera ni la escena artística, solo comparto mi experiencia y mi sentir sobre lo que en ese momento estaba pasando, también quiero poner sobre la mesa que fueron unos años muy divertidos y llenos de aprendizaje.

Ese mismo año en donde sentía que todo estaba confuso y tenía un escenario bastante inestable, vino pandemia y una mudanza muy repentina en mi vida que hizo que todo eso tomara otra camino, y aunque me mudé en la misma ciudad de Puebla, sentí que me había mudado muy lejos, pues todo lo que estaba pasando en temas sociales y mi camino a buscar otra forma de sentir el mundo hizo que mi vida se sintieran como otra.

La incomodidad mueve y sacude hasta hacer que busques sentirte cómoda otra vez, es parte de la evolución del ser humano para crecer.
Cuando estuve en Cholula y a atravesando por momentos duros conmigo misma, una noche en una reunión con amigos cercanos y mucho vino me acuerdo que le dije a Serge (mi compañero de vida) “Quiero hacer mis propias velas” ese pensamiento pasó a segundo plano hasta después de un tiempo con el nuevo hogar, con la energía de pandemia empecé a tomar acción sobre esa idea, pero no tenía capital suficiente para invertir. El trabajo que tenía con una querida artista (el cual duré siete años) no era suficiente, prácticamente lo que ganaba era para pagar gastos. Vendí todo lo que pude y lo primero que compre conscientemente fue materia prima como: cera, pabilos, una báscula, cerámica y algunos frascos de aromas. Sabia que si quería hacer velas tenía que empezar haciendo pruebas. Leí en internet que no bastaba con saber de temperaturas y ceras, para llegar a hacer una buena vela tienes que hacer no una prueba, sino cientos de ellas. Así que fueron meses de exploración a algo totalmente nuevo.

Para mi la búsqueda de hacer velas también iba a acompañada de una búsqueda interna de como quería sentirme con esta nueva versión de mi. Fue un año de mucho aprendizaje, PDF´s, videos random de youtube y muchas páginas webs americanas en donde la información de velas está a la orden del día. Otro conocimiento entró a mi sobre temas de magia, espiritualidad, tarot, astrología, rituales, el significado de colores, técnicas y aromas en las velas. Sentí que un mundo nuevo se estaba abriendo ante mí, la puerta estaba abierta y mis ganas de crear algo nuevo estaba en efervescencia. Casafuego crece con la idea de hacer un refugio y hogar al fuego, enaltecer el centro del centro de la llama de una vela como el interior de uno.

Al principio y por muchos meses tuve la sensación de inseguridad de saber si esa decisión de empezar un negocio de velas había sido la mejor decisión. Una parte de mi y mi ego de artista sentía que había defraudado enormemente a esa Ileana con aspiraciones de crecer en ese mundo etéreo del arte, pero aún así con todas ideas de autoboicot, mi decisión ya estaba tomada.


El reencuentro interno siempre aparece en los momentos más necesarios, es como si un gran amanecer se revelara para anunciar que siempre hay nuevos comienzos.
Quiero abrir un paréntesis a la historia que a veces cuento cuando me preguntan porque empecé hacer velas y es un cúmulo de recuerdos sobre mi abuelos y su costumbre de encender una veladora todas las noches en un pequeño espacio de su buró, en realidad era un altar improvisado e intervenido por Santos y la Virgen de Guadalupe, también alguna que otra moneda y amuletos polvosos que solo ellos sabían que significado tenían.

Era mi abuelo quien nos mandaba mi hermana o a mi a comprar sus veladoras, recuerdo muy bien haber ido varias ocasiones por ellas, incluso ponerla en su vaso, pero era mi abuela la que casi siempre encendía sus veladoras, a ella le gustaba dormir con el fuego encendido y a mi me gustaba ver el reflejo de la luz parpadeante a través del vaso, de hecho siendo pequeña recuerdo esas noches en donde no podía dormir por algún mal sueño o miedo y me gustaba ir a su cuarto. Atravesar el pasillo hasta su habitación en la obscuridad era desafiante, pero ver la luz parpadeante de la veladora al entrar a su habitación me brindaba mucha paz e inmediatamente cuando descansaba con ellos mi sueño aparecía inmediatamente.

Creo que gran parte de mi gusto inconsciente por las velas nació de la convivencia tan cercana que tuve con ella y su devoción a mantener un fuego en su espacio. Fue hasta más grande que entendí mi gusto y cercanía por las velas, de repente todo cuadraba, hubo una fuerte consciencia de mi y la cercanía con el fuego cuando me mude a vivir sola. Empecé a encender velas para acompañarme y aunque en ese momento no sentía cercanía a la meditación, tener una vela en mi departamento lo sentía como una enorme protección. Fue en esa temporada donde yo empecé a sentir la necesidad de voltear a verme, todo anunciaba un despertar. La incomodidad mueve y sacude hasta hacer que busques sentirte cómoda otra vez, es parte de la evolución del ser humano para crecer.

El reencuentro interno siempre aparece en los momentos más necesarios, es como si un gran amanecer se revelara para anunciar que siempre hay nuevos comienzos. Entendamos que la confianza y seguridad reside en uno, siempre está ahí, es cuestión de creer y entender el poder que nos envuelve siempre ha existido desde nuestro nacimiento.

Me siento agradecida y en cierta parte conmovida por todo este tránsito que siento que si o si tenía que haber pasado, sentir la oscuridad para después ver la luz es algo de lo cual ahora en este presente agradezco mucho. Para mi, hacer velas ha sido todo un viaje interno a mi espiritualidad y búsqueda de lo que realmente soy en estos momentos. Es una extensión de mi y me gusta poder contarles está pequeña historia llena de pensamientos revueltos, vivencias que en su momento fueron tristes y otras felices, también de mucha luz y desafíos que hasta ahora me han llevado a revelar parte de lo que soy.

Casafuego no sería lo que es hoy por ustedes, son motor y parte importante de mi creatividad.

GRACIAS
con amor y sonrisa
Ileana